miércoles, 21 de julio de 2010

Tsu na mi

Me llamo Akpalus. Creo ser un ser que nadie cree conocer. Quedé varada en un tiempo-espacio en el que creí dejar de conocerme también. Mucho estuve dormida pero eso no significo que haya dejado de estar ahí. Quizá hasta llegaste a escucharme, sin saberlo vos y sin saberlo yo, culpando a los endiablados juegos que la mente puede tenderte.

Reposo.
Espacio.
Tiempo.
Estimulo.

En principio te sentí casi sin sentirte. Suave y pausado, incluso creyendo en una cierta amabilidad de tu extraña fuerza en no perturbar tan abruptamente mi despertar.
Proporcionalmente al impulso exterior, empezaba a darse lo mismo dentro de mí.
Asimilando el cambio en mi condición y dimensionando en la que me encontraba, fui consciente de la densidad inmensa que me tuvo mecida en tus brazos.
El agua que me abrazaba bailó a mi alrededor. Bailó, si, y me invitó a seguirte el paso.
Lentamente alcancé a dejarme llevar por ese movimiento circular en el que me vi envuelta.
Mis extremidades también empezaron a despertar, palpando el cascarón-pedazo-cósmico que me rodeaba. Estaba ahí, no cabía duda de que realmente estaba ahí. Ya no era parte de mi sueño, era yo misma y solo deseaba enlazarme a ti.

Todo empezó a agitarse con más fuerza y esa agitación fue impulsándome a una desconocida u olvidada superficie. A medida que me acercaba, la velocidad se hacia resplandor, tan resplandeciente que adopte la forma de energía-luz para poder salir.
Y salí. Me llevabas a flote, gigante masa espumosa dispuesta a arrasar toda cosa que se encontrase delante de ti, y así mismo fue. Yo fui parte, y contigo arrasé todo lo que estuvo en nuestro camino. Ambos, estuvimos juntos, por fin, de nuevo… nos tuvimos.

Retrocedimos. Volvimos para atrás. Los dos, unidos, abrazados. Sumidos uno en otro y otro en uno. Me nutrí, me entregué, transmuté luego de ti.

Dragona fui.

Me dejaste en la playa y al tocar la arena, gran parte de mi se elevó nuevamente al cosmos, nuestro cosmos, donde fuimos, somos y seremos -abrazados- una sola luz.
Subí, dejándote unos cuantos vestigios de mi ser para el tuyo. Haciéndote consciente de nuestra existencia toda. Dejándote solo hasta nuestro próximo encuentro, hasta nuestro próximo cambio, nuestra próxima transformación.


*CE*

No hay comentarios:

Publicar un comentario