El gris es también azul
en el cielo de un lunes que no es viernes
El reloj acelerado
despierta a la rutina
y abre la puerta
a una mañana
blanca
y negra
que entristece
y alienta.
Las bolsas de hules,
al pie de un árbol joven deshojado,
se congregan
y se enredan
a los tacos agujas
de una ciudad
que huele a jazmines
en las esquinas abandonadas
y clausuradas.
En las aceras resquebrajadas,
en mitad de la multitud
una mano mendiga se arrastra
y la indiferencia
lo invisibilizaría,
mas los soles artificiales
atraviesan aquellos toldos.
Luz y flores en aquella mano
y en las otras
deja caer...
Suena el viento
y los balcones de los pisos de arriba
en las calles agitadas,
donde la poesía daltónica
no saben de semáforos
y atraviesa el tiempo,
infringe resoluciones,
protesta en las murallas,
se niega a sí misma,
huye de su propia naturaleza,
la hecha de palabras,
para hacerse carne inmortal
entre nosotros...
La poesia es todo eso
y
ese
infinito etcétera
que apenas sospechamos...
-liz-
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